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viernes, 3 de septiembre de 2010

Opinión: Hay votos que eligen más que otros

EUGENIO G. MARTÍNEZ
El Universal

¿Quién gana las elecciones parlamentarias? ¿El bloque que obtiene más diputados o el que capitaliza más votos en todo el país?

Para responder estas interrogantes primero se deben "contener" algunas matrices de opinión pública. Por ejemplo, hay que explicar que la famosa encuesta del Instituto Venezolano de Análisis de Datos (IVAD) divulgada la semana pasada está siendo mal interpretada por los analistas de medios de comunicación social contribuyendo a la desinformación electoral.

Seguramente usted leyó titulares -o recibió correos electrónicos o mensajes PIN- en los cuales se aseguraba que existe un empate técnico para los comicios del 26 de septiembre. Estos titulares están sustentados en el trabajo de campo del IVAD, finalizado el 16 de agosto, en el cual se indica que a la fecha 44,5% de los encuestados en todo el país estarían dispuestos a votar por los candidatos del oficialismo a la Asamblea Nacional, mientras que el 42,6% lo haría por los postulados de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

Es lógico que ante estos resultados cualquier persona suponga que los resultados de la elección parlamentaria nos regalará una Asamblea Nacional equilibrada.

Si estuviésemos ante una elección de ámbito nacional la interpretación de empate técnico sería correcta. No obstante para los comicios del 26 de septiembre el país fue dividido en 87 circunscripciones de votación para escoger a los 113 diputados nominales (incluyendo los 3 indígenas) al Parlamento, mientras los 52 restantes se escogerán entre las 24 entidades federales del país; es decir, los trabajos de opinión pública nacionales no sirven para proyectar resultados a la Asamblea Nacional porque sus datos de intención de votación pueden no coincidir con las 87 circunscripciones de votación y las 24 entidades federales.

Básicamente el 26 de septiembre se debe analizar como si se tratase de 111 comicios distintos (obviando en esta cuenta la elección al Parlamento Latinoamericano).

Dicho esto pasemos a evaluar la posibilidad que la oposición obtenga más votos pero menos diputados, como sugiere el crecimiento nacional de los que adversan al proyecto político de Hugo Chávez y el descenso lento pero sostenido del chavismo en las encuestas de ámbito nacional.

El problema básico con los comicios parlamentarios es que los votos de los venezolanos no eligen igual. Algunos votos valen más que otros en comicios parlamentarios ¿Cómo es esto posible?

En Venezuela existe un desequilibrio entre la cantidad de votantes que tienen las distintas circunscripciones de votación, lo que provoca que los sufragios tengan un valor distinto. Técnicamente se conoce a esta distorsión como malapportionment y siempre ha existido en Venezuela, aunque fue potenciada con la eliminación de la Cámara del Senado en la Constitución aprobada en 1999 y posteriormente con la aprobación de la nueva Ley Orgánica de Procesos Electorales.

A 24 días de las elecciones parlamentarias las encuestas sugieren que la oposición es mayoría de opinión pública en las entidades que concentran a la mayor cantidad de electores del país: Zulia, Miranda, Carabobo, Lara, Aragua y el Distrito Capital. En estas seis entidades están inscritos para sufragar 9.319.360 venezolanos, lo que equivale a 52% del total de votantes.

Sin embargo, en estas seis entidades apenas se escogerá a 64 diputados de la próxima Asamblea Nacional, es decir, 39% del total de curules. Los 101 diputados parlamentarios restantes (61% de la Asamblea Nacional) serán seleccionados por los electores de los 18 estados restantes en donde están registrados como votantes 8.400.505 personas (48% de los electores del país).

Evaluemos esta distorsión con los resultados del referendo constitucional de 2007 (suponiendo que éstos se repitiesen sin ninguna variación el 26 de septiembre). La oposición con 51% de los votos sólo podría capitalizar 67 curules (39 nominales y 28 lista) mientras el chavismo con 49% de los votos obtendría 98 diputados.

El politólogo Edgard Gutiérrez ilustra el efecto de los votos que eligen menos que otros con este ejemplo: "En la circunscripción número 3 del Distrito Capital (conformada por las parroquias San Agustín, San Pedro, San José, San Bernardino, Candelaria y El Recreo) que elige un diputado nominal, están habilitados para votar 292.237 electores. En circunstancias más o menos normales y asumiendo un 70% de participación, un candidato para salir electo (51% de los votos) debería obtener aproximadamente 104.000 votos. Por su parte, en la circunscripción 2 del estado Apure (conformada por los Municipios Achaguas, Pedro Camejo y Biruaca), que elige también un diputado nominal, están habilitados para votar 87.508 electores (un 30% de los electores del C3 de Caracas). Con el mismo nivel de participación (70%), un candidato saldría electo con 31.000 votos".

El ejemplo tomado por Gutiérrez se repite en cualquier parte del país si se comparan las circunscripciones urbanas (con mayoría opositora) contra las circunscripciones rurales (con mayoría pro-gobierno).

Este desequilibrio estructural (en donde el CNE tiene mucha responsabilidad) evidencia que no es suficiente crecer nacionalmente para ganar la mayoría de las curules en las próximas elecciones parlamentarias, sino que es vital aumentar el caudal de votos en zonas y circunscripciones muy específicas (para este tema pueden leer el artículo "21 circunscripciones de votación definen el 26S").

El desequilibrio estructural también plantea un debate importante para la conducción política de Venezuela, especialmente cuando dos modelos y visiones de país están en disputa y hace necesario evaluar la respuesta de la siguiente pregunta: ¿El bloque que obtenga más diputados el 26 de septiembre por un desequilibrio electoral estructural puede imponer su visión de país al bloque que capitalice más votos?

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